Se implanta una serie de electrodos (cables finos) que se insertan en la cóclea. Estos electrodos entregan impulsos eléctricos a las fibras nerviosas que llegan al 8º nervio craneal o auditivo. Los antiguos implantes cocleares (de hace aproximadamente 25 años) tenían un solo electrodo (o canal). Los implantes modernos pueden tener hasta 22 canales.
También se implanta un receptor/transmisor. Esta parte del implante queda justo bajo la piel, detrás del oído y se usa para conducir información entre los electrodos y la parte del implante que se usa externamente.
Externamente, el implante tiene un micrófono, un procesador de habla y una bobina de transmisión. El micrófono capta el sonido y el procesador de habla lo convierte en energía eléctrica. La bobina de transmisión se usa al exterior del la piel, detrás de la oreja. Un imán conecta la bobina de transmisión externa con el receptor/transmisor interno. La bobina de transmisión y el receptor/transmisor sirven para transportar información desde el exterior del oído hacia los electrodos insertos en la coclea.
El procesador de habla puede ser usado en el cuerpo, como un audífono de cuerpo, o detrás de la oreja, como un audífono de oreja.
La función del procesador de habla es captar información auditiva, cambiar la información a un formato electrónico y luego enviarla a los diversos electrodos implantados en la cóclea.
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